Un cliché que me gusta mucho

Estados Unidos es la tierra de las oportunidades, y un día me llegó la oportunidad de trabajar. La paga, el triple de lo que esperaba. La acepté y, como buen latino, me vi llegando en una camioneta llena de herramientas de jardín a la casa más grande que he estado en mi vida: dos pisos, madera de roble (o eso creo), 10 habitaciones, vista a un lago en el que está prohibido el uso de botes a motor.

Las casas de la Unión Soviética que revolucionaron a Chile: aún siguen resistiendo

En 1972 un original método de construcción ruso llegó a Chile: fabricar casas como si fueran de «lego». Destacándose por su firmeza, las casas de nacidas en la fábrica de la KPD revolucionaron el concepto de las viviendas sociales. Una mirada que se vio interrumpida de golpe. Esta es su historia.

Trabajar en una fonda: un anticucho llamado Chile

La primera vez que estuve en la parrilla de una fonda era universitario. En ese tiempo también trabajaba en una liga de futbolito escribiendo las reseñas de los partidos, y uno de los jugadores se ponía con una fonda en el Estadio Nacional. Cuando me ofreció la pega, le dije que sí al tiro. En cuatro o cinco días, las lucas son buenas. 25 ó 30 por día. Ese fue el 18 de los cinco días seguidos. Y quedé reventado. Al final del último día, dije por primera vez que nunca más trabajo en una fonda.

Un pueblo sin memoria es un…

Todos los días ustedes se ponen zapatos pero, ¿cuál se ponen primero, el derecho o el izquierdo? Estoy seguro que nadie se acuerda y eso que todos los días cuando se levantan se ponen zapatos. Ocurre que la memoria es selectiva, por eso hay cosas que recuerdan muy bien aunque hayan ocurrido una sola vez en la vida, una sola vez, un solo día. Y lo recuerdan porque los marcó. A mí me pasa con el 11 de febrero de 2009, porque lloré y mucho. Por esto.