Un cliché que me gusta mucho

Estados Unidos es la tierra de las oportunidades, y un día me llegó la oportunidad de trabajar. La paga, el triple de lo que esperaba. La acepté y, como buen latino, me vi llegando en una camioneta llena de herramientas de jardín a la casa más grande que he estado en mi vida: dos pisos, madera de roble (o eso creo), 10 habitaciones, vista a un lago en el que está prohibido el uso de botes a motor.